El servicio de grúa de la EMT, al servicio de los pasajeros

Reportajes Escrito por Domingo, 28 Diciembre 2014 23:00 tamaño de la fuente disminuir el tamaño de la fuente aumentar tamaño de la fuente 0

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Todo tipo de averías en más de veinte versiones de autobuses urbanos, a los que hay que intentar poner en movimiento lo antes posible o retirarlos de la circulación para no entorpezcan más el ya de por sí complicado tráfico de la capital: ese es el reto al que se enfrentan los operarios del Equipo de Asistencia en Ruta de la EMT madrileña.

La EMT madrileña, la empresa municipal de autobuses urbanos, cuenta con una pequeña flota de camiones y furgonetas, destinada a auxiliar a los vehículos que sufren una avería mientras están de servicio. Este Equipo de Asistencia en Ruta está integrado actualmente por 45 personas, 39 de las cuales son los operarios que cubren los diferentes turnos con los que se da cobertura a los buses durante las 24 horas del día a lo largo de todo el año.

El parque móvil está integrado por cuatro camiones grúa: un Pegaso, dos Iveco y un Mercedes-Benz Axor, además de dos furgones taller. Durante los turnos de mañana y tarde están operativas las cuatro grúas, mientras que por la noche sólo tres de ellas están de servicio. Por la noche, además de que hay menos autobuses en circulación, salen a la calle las unidades más modernas y las que estadísticamente dan menos problemas, por lo que, según nos cuentan Santiago Toro y Luis Alonso Haldón, suelen ser servicios tranquilos.

Acompañamos a Santiago y Luis Alonso en uno de sus servicios a comienzos del verano, cuando la media de intervenciones se incrementa por culpa del calor. En las siete horas y cuarto que dura su jornada, entre las cinco y las doce de la mañana, pueden realizar entre cinco y siete intervenciones, en función de la gravedad de las averías y de si hay que remolcar alguno de los buses averiados. Como decíamos, en los meses de más calor, aumentan las averías. En 2013, la media mensual de las intervenciones realizadas por el servicio de grúas de la EMT estaba en torno a las 750, mientras que en los meses de junio y julio se superaron las 1.000. La media diaria en los 12 meses fue de 39,6.

Grúas EMT

En total, durante el año pasado, el servicio de grúas de la EMT realizó 9.539 intervenciones, de las cuales, una tercera parte, entre el 30 y el 35%, sirvieron para que el autobús volviera al servicio sin problemas. Hay ocasiones en las que, aunque el bus no está en condiciones de seguir en la calle transportando viajeros, puede desplazarse por sus propios medios hasta su base para que los mecánicos lo pongan a punto.

Como ejemplo, el día que estuvimos acompañando a Santiago y Luis Alonso, se efectuaron un total de 41 intervenciones, un día tranquilo para ser verano, en el que 12 vehículos averiados volvieron por sus propios medios a la base, a 6 se les acompañó por si acaso volvían a tener problemas, 8 tuvieron que ser remolcados y 15 se reintegraron en el servicio. El día anterior se cerró con 54 intervenciones, de las cuales 11 se saldaron con el remolcado del vehículo averiado.

Hay que tener en cuenta, que de los 1.900 autobuses (con un edad media de 6,64 años) que integran la flota de la EMT, a diario circulan más de 1.600, con lo cual, el nivel de incidencias, proporcionalmente, es bastante bajo.

Mejorando con los años

Su actividad no es demasiado dura y según nos cuentan va a mejor. El número de intervenciones ha ido bajando durante los últimos años y “cada vez hay menos averías penosas, en las que hay que tirarse por debajo del autobús” afirman. “Ahora predominan las averías eléctricas. La electrónica salta antes de que la avería se produzca, por el elevado número de sistemas de seguridad que llevan los autobuses nuevos. Son como un turismo nuevo, si el ordenador detecta que algo no está en condiciones, aunque no haya un fallo concreto, la centralita para el vehículo. Por ejemplo, si se produce un pico de tensión, el vehículo no arranca en ese momento, pero pasado un tiempo determinado, arranca sin ningún problema. Nos sucede con frecuencia que remolcas el bus porque no puedes ponerlo en marcha y cuando llegas a la cochera, arranca a la primera sin problemas”.

El tipo de avería que encabezó el ranking estadístico del año pasado fueron las relacionadas con el circuito neumático, con más de 400, seguidas por las ocurridas en la rampa, el motor de arranque y el sistema de refrigeración, con más de 300 incidencias cada una de ellas. Sumadas las de las baterías con las de la instalación eléctrica, que se contabilizan por separado, se produjeron en conjunto más de 360.

Miscelánea de marcas y modelos

A la variedad de averías a las que tienen que hacer frente Santiago y Luis Alonso, se suma que éstas se producen un parque muy poco uniforme de vehículos, con más de una veintena de autobuses diferentes. Que además utilizan diferentes tipos de propulsores: casi 1.100 diésel (se probó con biodiesel durante tres años, pero se volvió al diésel convencional), un número creciente, unos 770, de autobuses CNG (gas natural comprimido), más una veintena de eléctricos y casi treinta híbridos.

Sin embargo, Santiago y Luis Alonso, prefirieron internarse en esta “selva mecánica” a seguir sufriendo “la jungla” de las calles madrileñas. Antes de incorporarse al servicio de grúas eran conductores de la EMT. Y ambos se cambiaron por el mismo motivo: más que poder dejar de sufrir el agobiante tráfico… por evitar el trato con los pasajeros. Y eso que la retribución de un operario de grúa es menor que la de un conductor de autobús, pero ellos han preferido “ganar” más en tranquilidad.

Con el autobús a cuestas

Cuando no queda más remedio que remolcar un autobús averiado hasta la su cochera base, uno de los operarios se coloca al volante del camión grúa y otro en el del autobús. Si el vehículos averiado se puede arrancar (se remolca, por ejemplo, porque lo que no funciona es la caja de cambios) la operación es más sencilla de realizar. Pero si no se puede poner en marcha, hay que esforzarse un poquito más, ya que la bomba de la dirección no funciona y la única forma de hacer girar el bus es cuando está en movimiento, lo que puede complicar las maniobras si se está en un lugar estrecho.

Situaciones singulares se les presentan muchas, pero las peores son cuando el vehículo se ha quedado averiado en un cruce o en un lugar donde corte el tráfico. En esos casos, las prisas que les mete todo el mundo, incluidos los “municipales”, hacen que se trabaje un poco más estresado.

Si el vehículo a trasladar es un articulado, según nos cuentan Santiago y Luis Alonso, el sistema no varía, lo único es que el operario que va en el bus tiene que conducir con más cuidado y abrirse más en las curvas, porque “barre” bastante más.

El peor caso: tener que trasladar un coche incendiado. Sobre todo para el que va en el autobús, que tiene que ir respirando el polvo de los extintores, aparte de las dificultades que originan los desperfectos ocasionados por el fuego, sobre todo sobre los frenos.